"Nunca apreciamos lo que tenemos, hasta que lo perdemos". Seguramente habrás oído alguna vez esta frase. Pero, ¿te has parado a considerarla mesuradamente? Quizás sí, pero la mayoría de la gente no lo hace. Y es normal, yo era así al igual que muchísimas personas. Lo que hace que paremos nuestro mundo; que desajustemos nuestro reloj, que todo lo demás no importe y solamente miremos en una dirección, es una tragedia o un suceso chocante.
Desde hace un año aproximadamente, esta frase y lo que representa se hizo un hueco, y se acurrucó en el laberinto de mi cerebro. La causa fue una madurez intrínseca que vamos adquiriendo cuando crecemos, y por la que pasé, la cual no voy a detallar en este momento. Pero ha sido hoy, especialmente hoy, cuando dicha frase ha cobrado sentido real, cuando de verdad la he asimilado, ha calado en mi ser, me ha sacudido y la he hecho parte de mí.
A mi abuela le han diagnosticado cáncer. Cáncer de colon. Joder. Éste es el suceso que me ha estremecido y zarandeado cual hojas de un árbol débil en el cenit de un huracán.
Yo, personalmente, estoy regular; todo lo bien que puedo en una situación como ésta. Sin embargo, mi madre está peor. Ha derramado lágrimas, pero es fuerte y sé que lo está afrontando con vigor y nervio. Su madre se está muriendo y para ella, en estos momentos, la vida es una cuenta atrás.
Mi madre habló con sus hermanos, es decir, con mis tíos. Han llegado a la conclusión de que lo mejor es no decirle nada ni a mi abuela, ni a mi abuelo. ¿La razón? Mi abuela es una mujer de mente simple y tradicionalista. Está llena de energía. Es más, en estos momentos se encuentra, según ella, estupendamente deseando llegar a casa para tomarse una buena comida, hacer sus tareas y dormir como no lo hace en días. Y es que fue ingresada porque tenía molestias, y fue ahí cuando se lo diagnosticaron. Si le dijeran lo que tiene, se derrumbaría de un solo golpe. Le acortaría la vida sólo de pensar que es más corta. Ídem de lo mismo con mi abuelo.
Se dará cuenta, por supuesto. Es una persona dotada de un ingenio agudo y avispado. Sin duda esclarecerá que algo le pasa y cavilará sobre qué es. No sé qué pensar sobre todo ésto, estoy perdido. Por un lado, tiene razón mi familia y estoy seguro de que le afectaría negativamente el decirle que tiene cáncer. Por otro lado, pienso que es poco ético ocultarle que padece dicha enfermedad, y que si fuera yo, querría saberlo. Me inclino más hacia una postura que hacia otra, sin embargo, es algo que me voy a guardar para mí.
Todo ésto me hace reflexionar. Pasamos los días de nuestras vidas centrados en pequeñeces, sin apreciar lo que de verdad importa: tenemos una vida e infinitas posibilidades de cómo vivirla. NO LA DESAPROVECHEMOS. ¡Hagamos cosas transcendentales, extraordinarias, imposibles, alcancemos nuestros sueños, vivamos una vida plena y satisfactoria!. Realicémonos como individuos.
Vivamos por aquellos que no pueden. Corramos por los tullidos. Volemos por los mancos. Veamos por los ciegos. Oyamos por los sordos. ¡Palpemos la realidad!
Todos nacemos. Todos morimos. Y la muerte está tan segura de su victoria, que nos da toda una vida de ventaja.
Muy buena entrada.Me has hecho llegar tu mensaje fácilmente.Tienes capacidad para desenvolverte sin perder el hilo. +1
ResponderEliminarMuchas gracias, Marquitos.
ResponderEliminarEspero impaciente más entradas en tu blog.